Fue una celebración en la que participaron estudiantes y sus familias, llenos de gratitud, amor y esperanza. Juntos recordamos la importancia de vivir de acuerdo a las enseñanzas de Jesús siendo amigos en el Señor.

Tomamos esta liturgia como una oportunidad para valorar cada gesto y cada experiencia vivida, para así marcar el comienzo de una nueva etapa en el camino académico, espiritual y social.

Cada niño y niña lleva un signo que representa su paso por el segundo ciclo, el que deben ir completando y atesorando con nuevos desafíos y experiencias, que profundizarán el paso de Dios en medio de cada uno.