A fines de abril y durante una semana se desarrolló – en la Casa de Retiro de Padre Hurtado – la versión n° 49 de la experiencia Loyola. Esta es la etapa inicial de “Amar es Servir”, programa sobre la ignaciana para los educadores/as de los colegios y escuelas de la Red Educacional Ignaciana.
“Amar es Servir” busca brindar animación y facilitación respecto a las características personales de los docentes, y entregarles acompañamiento cercano, así como también formación permanente. Específicamente, la etapa Loyola tiene como propósito tomar conciencia del propio modo de mirar y comprender las distintas dimensiones y ámbito del desarrollo personal: contexto sociopolítico y cultural, vida espiritual, relación con Dios y ejercicio docente/profesional.
En esta oportunidad, por primera vez en varios años, hubo 25 participantes de los 16 colegios y escuelas de la red. Desde nuestro colegio, participaron las profesoras Carolina Contreras, Educadora Jefe de Kínder B y Guiselle Vinet, Jefa del Departamento de Artes y Tecnología.
Carolina Contreras señala que la experiencia fue maravillosa ya que no siempre se tiene la oportunidad para detenerse y conocer a personas que, a pesar de las diferencias, comparten una misma pasión y amor por la educación. “Cada momento hizo que me desafiara y me invitó a salir de mi zona de confort. Fue un reencuentro conmigo misma, con los demás y con lo esencial. Me ayudó a valorar y agradecer cada regalo que me ha dado la vida, entendiendo que tengo luces y sombras, que no siempre todo resulta como he planeado, pero que a pesar de todo Dios es muy amable, siempre está ahí y me ama tal como soy”, comenta.
Recomienda a quienes en el futuro vivirán Loyola que se den la oportunidad de vivirla. “Siempre habrá una excusa que nos hará dudar, pero nos merecemos este regalo. Como consejo les diría que disfruten cada momento y que se dejen sorprender”, dice.
Por su parte, Guiselle Vinet, señala que fue una experiencia profunda, de mucho crecimiento humano y espiritual, con un detallado nivel de organización, temáticas inspiradoras y un bello encuentro con tantos integrantes de la Red. “Creo que es fundamental compartir nuestro camino de búsqueda espiritual con otros, con miradas distintas, para restituir vínculos, resignificar lo que nos mueve y disfrutar más el día a día, mirarnos más y re-encantarnos”, expresa.
Asimismo, considera que Loyola es sumergirse totalmente en la espiritualidad ignaciana. “Es comprenderla desde lo vivencial, por lo tanto, se aprecia la pedagogía desde el prisma jesuita. Eso da sustento a mi propia praxis, me lleva a la reflexión del ‘dar espacio a que entre el espacio’ y lograr abordar el paradigma pedagógico ignaciano de manera consciente, tanto con mis estudiantes como con mis colegas y comunidad”, finaliza.