En unos días más, el 21 de junio, celebraremos la vida de San Luis Gonzaga. Este santo jesuita es un joven que, enfrentando una epidemia de fiebre en Roma en el año 1591, muere asistiendo a los enfermos a los 23 años de edad.
Esta podría parecer una historia piadosa de un joven santo de otra época, pero es algo más cuando lo interpretamos a la luz de lo que hoy estamos viviendo. Cada uno de nosotros, en todo este tiempo, se ha hecho múltiples preguntas sobre el sentido de la muerte, el dolor, pero ¿Acaso no nos hemos preguntado también sobre el sentido de nuestra propia vida?. No ha sido un tiempo fácil, pero las luces y esperanzas surgen cada día con gestos concretos de amor. Luis, probablemente también asustado y con mucha incertidumbre, no dudó en ser fiel a su convicción cristiana y su propia vida cobró pleno sentido al entregarla por los demás.
Este testimonio nos invita a mirar al otro, en su dolor y angustia, y buscar nuestro talento para regalarle vida. Quizás podemos dar tiempo, preparar una rica comida, una excelente clase, regalar una entusiasta sonrisa o simplemente ser cariñoso al saludar. La gracia está en descubrir qué puedo dar de mí para que otro tenga mejor calidad de vida con esperanza y alegría.
Que este mes, con el que cerramos este Primer Semestre, sea un tiempo de mayor entrega hacia los demás, deseando que mi servicio tenga un impacto de bienestar en el prójimo.

Con el cariño de siempre,

José Luis Avilés Radic
Rector