Dar la vida por los demás es la invitación más bella que alguno de nosotros puede recibir. Significa que lo que soy, lo que puedo llegar a ser, es una buena noticia para otros que  me están esperando. No importa tanto lo que tenga o lo que sepa, sino la disposición personal para entregarme a los demás.

Es la actitud de aquel niño que, teniendo un poco de pan y algunos peces, da lo que tiene a Jesús para que se produzca el milagro y se pueda alimentar a la multitud de personas hambrientas. No se trata de tener el poder de resolver, sino de aportar para que junto a otros podamos hacer el bien.

Esta es la experiencia de muchos hombres y mujeres que, a lo largo de la historia, se han entregado con pasión y determinación al servicio. Son aquellos que, agradecidos de la vida, decidieron no guardarse para sí mismos, sino darse a los demás con determinación y energía.

Este gesto es el que celebramos el día de ayer domingo 01 de noviembre. Hoy cada uno de nosotros tiene la oportunidad de volver a poner al servicio de los demás lo que tenga. No es mucho ni poco, es el corazón que se entrega. La pasión en el servicio, la acogida, el cariño, la escucha… simplemente estar, será una acción transformadora de la historia y podremos acercarnos mucho más a la experiencia de una  comunidad que se acompaña solidariamente.

En este tiempo de nuevos desafíos, aprendizajes y formas de convivir, los invito a renovar nuestra esperanza y la disposición personal poniendo lo que somos al servicio del mayor bien para todos.

Con el afecto de siempre,

José Luis Avilés Radic
Rector