Sin duda, este año la celebración de nuestro Patrono, San Ignacio, tuvo un carisma distinto a la de años anteriores. El objetivo, no obstante, fue el mismo: agradecer a este santo que habiendo experimentado el amor de Dios en su vida decide darlo todo por los demás.

Alejandra Albornoz, Agente Pastoral del IIIer  y IV° Ciclo, comenta que las actividades  desarrolladas – oraciones de la mañana, acogidas, reflexiones personales, misa comunitaria y olimpiadas virtuales – permitieron reconocer en nuestra comunidad a Ignacio como modelo en su relación personal con Dios. “Sabemos que estamos distanciados físicamente, pero no espiritualmente, ya que, por ejemplo, convocar a toda nuestra comunidad a la misa fue algo increíble, el gran sueño que siempre tuvimos y que pudimos realizar” dice.

“La principal reflexión que me deja este tiempo es que todos estamos llamados a ser santos, entendiéndose esto no como ser ‘perfectos’, sino que llamados a seguir los pasos y el modo de Jesús. Reflexionando sobre las frases de Ignacio te das cuenta de que ser santo no cuesta mucho; es una forma de vivir, de sentir la vida desde otro punto de vista; es tratar de parecerse en una forma diminuta a Jesús”, explica.

Asimismo, nuestra estudiante Dafne Baeza, de II° Medio A, también rescata el valor de esta celebración, indicando que en cada actividad propuesta se notó la dedicación y el espíritu ignaciano que, según sus palabras, “nos unió como comunidad”.

“A pesar de que creo que en las oraciones de mi curso faltó más participación logramos tener, de todas formas, un tiempo de reflexión. La misa fue muy bonita, ya que pese a las circunstancias la comunidad se unió para compartir un tiempo de oración todos juntos, pero lo que más me gustó fue la formación integral, una especie de olimpiadas de San Ignacio adaptadas a una manera virtual. Fue muy divertido y se notaba todo el esfuerzo y cariño de los profesores hacia las actividades”, menciona.