Querida comunidad:
Muchas veces me he dirigido a todos para animar y acompañarnos en nuestro camino compartido. Siempre he querido rescatar cada día y tiempo como la oportunidad para crecer juntos, aprender a amar y servir. Hoy, más que nunca, este es el tiempo.
Aprovechemos nuestro profundo sentido de comunidad para acercarnos más y abrazarnos espiritualmente con esperanza en medio de la duda, el temor y la incertidumbre. Somos un grupo de personas que se quiere y afecta por el otro, con solidaridad y cariño, siempre nos hemos manifestado el amor y el compromiso mutuo. Por eso, en este tiempo difícil que nos toca enfrentar, los invito a que aprovechemos esa tremenda riqueza.
Es tiempo de sentirnos más cerca que nunca, aunque físicamente no nos podamos encontrar, sigamos haciendo comunidad en el alma. Permanecemos unidos para seguir caminando porque llegará el día en que nos volveremos a abrazar, mirarnos y apretar nuestras manos con una sonrisa como cada mañana en la puerta del Colegio.
Que no nos podamos reunir no significa que no podamos celebrar la vida, acompañarnos en el dolor, rezar unos por otros o dejar de aprender. Por el contrario, es tiempo de poner toda la capacidad y entusiasmo para seguir siendo lo que somos esencialmente: ¡Una gran comunidad!
Agradezco la dedicación cariñosa y la buena disposición de todos para salir adelante. Estudiantes, Padres, Madres, Abuelos, Profesores, Formadores, Administrativos, Auxiliares, Directivos y Directores estamos poniendo todo lo que está a nuestro alcance para acompañarnos de la mejor manera posible durante este tiempo complejo. Aprendemos juntos cada día para llegar mejor y a tiempo en las necesidades que cada uno tiene. No hemos bajado los brazos para seguir adelante y que esta dura experiencia nos regale un significativo aprendizaje para la vida.
Sigamos siendo valientes, generosos, compasivos y muy creativos. Somos una comunidad acogedora, inclusiva, cariñosa y muy comprometida con los demás. En este difícil momento esto nos sostendrá con esperanza en medio de la tormenta.
En el Evangelio de ayer domingo, cuarto de cuaresma, un ciego recupera la vista por la acción concreta de Jesús. Lo importante del relato no son las razones sino el hecho salvador en la que aquel hombre termina diciendo: “lo único que sé es que antes no veía y ahora veo”. ¡Qué tremenda enseñanza para nosotros hoy! En medio de tanta incertidumbre y miedo no dejemos de confiar en el Señor que siempre está para hacernos ver y nunca perder la esperanza.
Que el amor de Dios y nuestro profundo sentido de comunidad nos siga acompañando con entusiasmo y generosidad,
Con mucho cariño por cada una y cada uno,
José Luis Avilés Radic
Rector