En vacaciones de invierno, Andrea Dalli, de III° Medio A, y Francisco Lorenzini, de III° Medio B, vivieron esta experiencia de formación ignaciana al interior de Uruguay.

En ella más de 450 estudiantes de colegios de la Compañía de Jesús de Uruguay, Argentina, Chile, Paraguay y Estados Unidos se reunieron para vivir esta experiencia de apertura a Dios con el objetivo de a “dar vuelta el mundo”, poniendo sus manos al servicio de los demás, y sus vidas al encuentro con los otros.

Nuestros estudiantes Andrea Dalli Castillo (III° Medio A) y Francisco Lorenzini Parker (III° Medio B) fueron escogidos por sus mismos compañeros de generación para participar en ella. Ambos coinciden en que, a su juicio, fueron reconocidos porque siempre han estado vinculados al servicio, elección que agradecen con gran emoción y entusiasmo.

Al llegar a Uruguay, ambos fueron acogidos por las respectivas familias donde se hospedaron y, al día siguiente, divididos en cuadrillas, se dirigieron a trabajar a distintas localidades en programas de “MEVIR”, casas sólidas que son construidas por obreros, pero que cuentan con el trabajo de sus futuros habitantes, que deben cooperar con la construcción durante algunas horas.

Francisco reconoce que esta experiencia lo marcó en varios aspectos, entre ellos, el lema “Nuestra casa es el mundo”. “El mundo es como nuestra casa y tenemos que cuidarlo; no está hecho de países, está hecho de gente; somos todos una familia y por el bien de nuestra casa tenemos que ayudar, porque qué lata tener en tu casa a alguien pasándolo mal. Pachatutí me hizo pensar que no hay que ir tan lejos para poder ayudar a quien lo necesita.  A veces no nos damos cuenta de que dentro de tu misma casa puedes dar igual o mucho más”, reflexiona.

Andrea, en tanto, señala que Pachacutí, junto a la experiencia 234 de CVX – que ambos vivieron a la vuelta de su viaje- , “dieron vuelta mi mundo, porque aprendí a valorar todo lo que tenemos. En mi caso soy muy afortunada y todos lo que venimos a este colegio lo son, no solo en términos materiales, sino que afectivos, con la familia y los amigos. Hay muchos que no tienen nada de esto”, manifiesta.

Ambos fueron sorprendidos por el impacto que la experiencia tiene en Uruguay, ya que es destacada por muchos medios de comunicación. Además, subraya Andrea, con eso se percataron del cariño de la gente, ya que los visitaban para llevarles comida y se mostraban muy agradecidos.

Respecto a los desafíos que les quedan tras Pachacutí, Andrea señala que es importante transmitir a los demás, especialmente a la generación que la vivirá el próximo año, la importancia que se merece para que conozcan su magnitud. “Pachacutí es muy buena en todos los sentidos, se pasa muy bien, tienes la oportunidad de conocer a muchas personas y trabajar con ellos. Eso es gratificante. Es formativa, pero al mismo tiempo genera un cambio en ti, creces como persona, es un regalo y es todo… “, agrega.

Francisco añade que transmitiría a la generación siguiente que Pachacutí te transforma como persona. “Yo llevaba mis ideales como persona y Pachacutí no los cambió, pero los reafirmó. Nos hace darnos cuenta de la realidad que a veces no vemos, pero que está en todas partes”, concluye.